El desfile de Otrura

Sergio De Lázaro y Verónica Abián se inspiran en el sueño y el despertar para crear una colección dominada por la camisa

Por Amaia León

El último ganador del premio L'Oréal Paris a la mejor colección ha presentado su nueva propuesta en la tercera jornada de desfiles de Fashion Week Madrid en IFEMA, tras Isabel Sanchís, Maya Hansen y Custo Barcelona. Lo último de Sergio De Lázaro y Verónica Abián, diseñadores al frente de Otrura, continúa con la especial línea que define el trabajo de su equipo, que siempre establece una inspiración anual que van desarrollando en diferentes colecciones. "Nosotros trabajamos un concepto anual, y eso nos permite tener tiempo para ir desgranando los diferentes aspectos que tiene ese concepto", nos contaban el pasado abril. Para los próximos meses, la idea escogida es La Realidad del Sueño, despojado este "de elementos naif y de elementos de folclore o relatos populares" y enfocado a estudiar los límites entre realidad y sueño. 

Su primera colección con esta inspiración se llama La Ruptura del Sueño y trata de analizar cómo las generaciones de los años 40, 50, 60 y 70 trataron de ascender socialmente desde la clase media a la alta siguiendo unos caminos preestablecidos que continúan vigentes hasta nuestros días. Como explican, "en España no hemos sufrido un movimiento expreso cultural y social que denuncie su ruptura, al menos hasta ahora". De ahí que las generaciones más jóvenes también tomen esos axiomas como válidos.

Estas ideas se materializan en looks formados por múltiples capas, costuras abiertas al exterior y trampantojos; características que definen el estilo de la marca, igual que los volúmenes creados a partir de un estudiado patronaje. La novedad la encontramos en los tejidos -algodones, alpacas, panas- utilizados en esta colección dominada por una prenda: la camisa, tanto para él como para ella. En versión más clásica, a modo de vestido o combinada con prendas de tendencia como las mallas o las bermudas, la camisa se ha convertido en la protagonista absoluta, evocando el papel atemporal que los mencionados axiomas tienen a lo largo de las generaciones. El peinado y el maquillaje aportaba el toque de los años 50 y 60 del que parte toda la propuesta, que finalizaba con vestidos lenceros y otros looks de estilo noventero y de los primeros 2000. Una evolución que simboliza la que podemos experimentar a lo largo de la vida.