Miguel Marinero y Jesús Lorenzo para Groenlandia: lujo funcional

Los maestros peleteros cerraron la última jornada de desfiles en Ifema

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Miguel Marinero y Jesús Lorenzo, colección otoño-invierno 2009-2010. 

Jazz, tango y sintonías propias de los años veinte y cuarenta acompañaron ayer el último desfile de la Cibeles Madrid Fashion Week celebrado en Ifema. Tras la entrega de los premios L’Oreal, los maestros en peletería Miguel Marinero y Jesús Lorenzo para la firma Groenlandia, presentaron sus propuestas para el próximo otoño-invierno, en un pase al que no quisieron faltar numerosas celebridades, como la cantante Massiel, la presentadora de televisión Inés Ballester, Jacqueline de la Vega, Concha Cuetos, Cristina García Ramos o Eloísa Bercero.

El primero apostó por la mezcla de texturas y formas, abriendo su colección con originales creaciones de piel que mezclaban exóticos chaquetones de manga corta con faldas tableadas. Los tocados de terciopelo, las pieles brocadas y los troqueles se daban la mano de lujosas y exquisitas piezas de visón, con cortes y hechuras que viajan hasta la época dorada de ciudades como París y Nueva York, en un homenaje al fox trot, al jazz o a la bailarina Isadora Duncan. Los visones veteados y ornamentados con flores en negro y camel arrancaron fuertes aplausos del público, aunque no faltó la nota discordante en forma de protesta: nuevamente, y al igual que sucedió en el desfile de Roberto Torretta, dos activistas tomaron la pasarela, portando pancartas en contra del uso de pieles en la moda. Como reacción, una de las modelos desfiló portando una pancarta en la que podía leerse el mensaje ‘No a la intolerancia, sí al respeto de ideas’. El desfile se cerró con una espectacular puesta en escena, inspirada en el cabaret de los años veinte, y en el que participó la actriz Mónica Estarreado (‘Yo soy Bea’), y contó con hasta seis modelos ataviadas con pieles teñidas de rojo, en diferentes largos y formas.

Más innovadora fue la propuesta de Jesús Lorenzo, que apuesta por las prendas reversibles, donde la piel vuelta y los forros se estampan de vivos colores, que pueden lucirse de dentro a afuera. Los colores clásicos en peletería, como el negro, el gris perla o el chocolate, dan paso a las pieles teñidas en luminosas tonalidades, que van del morado al verde musgo, pasando por el rojo carmesí, el azul cian, el naranja o el salmón. Las solapas se prenden con relucientes cristales, y las piezas más ingeniosas se desmontan, dando lugar a abrigos de varios tamaños. Entre sus propuestas no faltó el clásico abrigo de piel moteada, los visones en tonos canela con grandes capuchas, ceñidos a la cintura, o el broche final: un espectacular vestido de cola de sabor flamenco, elaborado en astracán color marfil, con bajo de tul rojo y maxitocado a juego.

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