Una pasarela asaltada por esponjosos
puffs de colores en forma de corazón, que las modelos han tenido que sortear sobre
interminables zapatos de charol en brillantes colores. La diseñadora madrileña
Agatha Ruiz de la Prada mira hacia
el chic parisino en su colección para el próximo otoño-invierno, invadiendo sus prendas de recurrentes
motivos relacionados con el universo del arte: un pincel que sujeta una bufanda de punto en color verde, estampados emulando manchas de pintura que recuerdan a los brochazos más inspirados de
Jackson Pollock, líneas verticales y horizontales que reconstruyen las geométricas obras de
Piet Mondrian y multitud de lunares
multicolores en vestidos, tops y bolsos de mano, a modo de sugerentes paletas de acuarelas, son sólo algunos de los detalles que la madrileña ha empleado para homenajear a sus artistas más queridos.
Vestidos acolchados en colores naranja, rojo, fucsia, amarillo y azul Klein,
leggings de aspecto nacarado en tonos malva,
pantalones pitillo, vestidos patchwork y
faldas de tubo con corazones troquelados, se dan la mano con los vestidos largos, pensados para la noche, plagados de pliegues y volantes que se alejan del particular universo de la diseñadora en su versión más
chic. Las estrellas de la pasarela, los tocados, que adquieren las formas más sorprendentes:
maxilazos, pajaritas, corazones, botones de fieltro y hasta un paraguas en intenso color amarillo, han sorprendido a los asistentes, entre los que se encontraban la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre, Pedro J. Ramírez o la modelo
Sandra Ibarra.